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El Coronavirus agita pulmones, hierve la sangre, dice sobreviviente

Por Ignacio Hernández Meneses

Sobreviviente del Covid 19, Gandhi Cabañas luchó mano a mano contra la muerte, vivió horas y días de angustia en el infierno del Coronavirus, sabe de ese dolor que pisa fuerte, que hierve la sangre, que agita los pulmones y se roba la respiración, el aire, ese suspiro, oro transparente que nadie ve pero te permite seguir viviendo.

Esta pandemia sí existe. En el plano mundial, nacional y local sigue causando estragos. No cede en su ataque y que hasta anoche 12 de julio ha logrado afectar a un total de 295 mil 268 personas con sus casos confirmados, además de cobrar la vida de 34 mil 730 mexicanos, y que la Secretaría de Salud precisa que mil 88 víctimas mortales son guerrerenses.

Gandhi Cabañas accedió a contarnos de como regresó del más allá, y aquí tenemos su RETRATO HABLADO: "El 5 de junio empecé con una ligera temperatura, era un cansancio, un agotamiento, un dolor intenso, acudí a consulta a un médico particular, empecé a tomar el tratamiento y en la medida que pasaban los días el dolor del cuerpo, aun tomando medicamentos continuaba, un dolor de espalda terrible, fatal que no me podía estar tranquilo en una sola posición y continuaba la temperatura".

Retoma aire y recuerda, "debo confesar que con todo y mis molestias también estuve trabajando y debido a la convivencia con la familia decidí hacerme la prueba, me contacté con la Secretaría de Salud, me dieron una cita para el 12 de junio, me citaron en el viejo Hospital General de Acapulco, ubicando en avenida Ruiz Cortines, y acudí con otros dos familiares, mi hermano y un primo porque presentaban los mismos síntomas".

Con voz pausada, nos cuenta su adversa vivencia, "eran las once de la mañana cuando llegó un convoy con un ejército de batas blancas, eran médicos para tomarnos las pruebas, yo había visto por periódicos y por la tele de cuando hacen las pruebas pero vivir esta situación en carne propia resulta impactante. También había otras personas con los mismos síntomas, y fueron llegando más y más, hubo medidas extremas medidas de seguridad, de protocolo".

Reconoce que el miedo también se coagula en los nervios, "si da miedo, temor, es algo natural, pero una parte de mí se resistía a creer que había sido contagiado. Y luego fui el primero que nombraron, y de pronto vi cuando el médico se sacó unos hisopos de unos 15 o 20 centímetros, me quité el cubrebocas y el médico me informa que va introducir uno en mi garganta y otro en mi nariz, y que haría ligeros movimientos para tomar las muestras de glucosa, y me indicaron que si tenía ganas de toser que no lo hiciera de frente".

Y sin más, empezó. "Es incomodo, y luego en una probeta pusieron mis muestras. En la nariz más incómodo y doloroso. Contuve mi miedo, fue todo en menos de un minuto… eterno".

Cinco días después…

Gandhi esperó paciente los cinco días para el resultado. Cinco días angustiosos, "me aislé en mi casa, fue el inicio de la parte más dura de la enfermedad, el malestar no paraba, tres días de no poder dormir, mucha preocupación, una terrible angustia me acompañó…"

"También la familia preocupada, alertada, atendiéndome, a la par de las recetas médicas lo combiné con remedios caseros, tés, nebulizaciones de la abuela, Vaporrub, arroparse, medicamentos por supuesto y así pasé, superé este trance, no requerí hospitalización", dice victorioso. ​

-¿Volviste a nacer?

-Definitivamente.

-¿Qué se siente?

-Te hace reflexionar. Me asomé a la ventana, vi el mar, veía todo diferente, y me decía aquí algo pasó.

-Contra lo que dicen algunos incrédulos, ¿sí existe el Covid?

-Sí. Viví en carne propia este mal. Por supuesto que hay nostalgia porque he visto y recibido noticias de que he perdido vecinos, amigos, gente muy querida que ha perdido la batalla ante el coronavirus…

-Es una situación difícil…

Y lo más triste y doloroso es que no he podido abrazar a mis amigos, a los vecinos y acompañarles en este dolor tan grande, sin embargo, tenemos que seguir adelante.

-¿Crees que estás viviendo un cambio, estás viviendo una nueva normalidad?

-Esta experiencia te enseña a ver las cosas diferentes, a valorar más la vida, hay que ser felices, y ser felices representa el bienestar de todas y todos, y la felicidad es posible cuando está bien uno, la familia, y no la acumulación de bienes materiales y también es una experiencia que nos obliga a ser mejores personas, a ser más solidarios.

-¿Qué mensaje das a los que no creen que existe esta enfermedad letal?

-Si no creen, que se den un recorrido por los hospitales de Acapulco. Es gente irresponsable, quizás por ignorancia. Pero hay que decir que algunas personas no pueden quedarse en casa porque tienen que trabajar y van al día, a ellos hay que respetarlos y porque se van cuidando. Las estadísticas son personas, y yo creo que a la estadística hay que triplicarla por encima de la oficial para tener una idea de la magnitud. Día a día la gente sigue enfermando, se multiplican las cifras de fallecimientos, de sospechosos, de confirmados. Nuestros abuelas y abuelos están muriendo. Dios ilumine las mentes de los incrédulos, que les despierte sus conciencias. Todos necesitamos de todas y todos.

Así, Gandhi vive para contarlo. Sobreviviente de este mortal virus, la muerte lo tomó de la mano, lo abrazó, le dio calor, sobrevivió a esa escena dantesca pero nuestroRETRATO HABLADO, retomó fuerzas quien sabe de dónde, y hoy tiene el honor de decirnos con firmeza aquella misma frase que el general y cónsul romano Julio César en 47 a. C., expresó al dirigirse al Senado, describiendo su victoria en la Batalla de Zela: "¡Veni, vidi, Deus vicit!", que en cristiano quiere decir "¡Llegué, vi y Dios venció!".

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