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El cuerpo de mis derechos, sanando con nuestro arcoíris de esperanzas

 




Por: Laura Gómez Flores / Defensora de Derechos Humanos de las Mujeres, feminista abolicionista, socióloga, escritora y sanadora del alma con linaje ancestral Nahuatl, Chichimeca y bautizada mitad Wirra y mitad Tehuari

 

A las mujeres ecologistas de Petatlán

A mis ancestras+

A Martha Sánchez amusga+

A Nellys Palomo+

A Itziar Lozano+

Incansables luchadoras 

 

 

Para escuchar este cuento

Solo te pido que abras tu corazón

para que escuches al Hermano Viento,

al Hermano Sol,

a la Diosa del Mar,

a nuestra Madre Tierra

a nuestra Pacha Mama

 




Les voy a contar un cuento un cuento de la Abuela Luna, el Hermano Sol, La Diosa del Mar, el Hermano Viento, nuestra Madre Tierra, nuestra Pacha Mama, que siempre nos acogen con sus sonrisas de ternura brindándonos nuestros alimentos día a día, pero además nos brindan sanación en nuestra Alma Grande de cada paraje, de cada comunidad, de cada mujer, de nuestra Alma Grande de nuestro País

Un día la abuelita después de recorrer muchas montañas, sierras, llanuras, cerros y ríos se encontró en una montaña llena de alegría y amor y con el suspiro de la brisa del Mar le brindaba sanación en su corazón, la abuelita disfrutaba de ese vientecito que acariciaba todo su cuerpo, entraba hasta la profundidad de su alma y limpiaba ese llanto que traía por el correr de los años. 

Nunca había podido tener esa limpieza tan pura que le brindó la brisa del mar estando en la montaña, ellas y ellos se comunicaban y a la abuelita brindaban esa sanación por todos los servicios que hacía a las comunidades indígenas y rurales sobre todo a las mujeres, indígenas y afromexicanos. 

La abuelita se la pasaba viajando para brindarles talleres de Derechos Humanos, Derechos Humanos de las mujeres, empoderamiento de las mujeres, talleres de sanación de su alma, talleres de caminar con dignidad, talleres de fortalecimiento en la relación con la Madre Tierra, con la Pachamama

Y hacia sus adentros platicando con el Hermano Sol sintió y escuchó su voz para brindarle ejercicios que ayudarían a las mujeres ecologistas a sanar su corazón, en esta ocasión la Abuelita se encontraba en Petatlán, Guerrero, en esa sierra que había quedado devastada por los madereros y las mujeres vivían en depresión profunda

En esta ocasión la abuelita iba al llamado de las compañeras, brindaría un taller de los derechos de las mujeres y le solicitaban con mucha insistencia que les brindara paz en su corazón, que su alma ya no aguantaba tanta tristeza por las masacres de familias  que habían vivido, el despoblado de los árboles por las madereras y la invasión de los señores del narcotráfico, para la abuelita fue devastador, le estaban solicitando cosas difíciles pero ella pensaba no imposibles. 

En la noche regresó la abuelita a la casa, hablo con la Abuela Luna, habló con el Hermanito Sol durante varios días y ellos acariciando su oído le brindaron unos ejercicios para la sanación de las mujeres, de los árboles, de los ríos, de ese cerro, de esas sus plantas, sus mangos y sus frutales. 

Fue al llamado y cruzaron el cerro verde y acogedor, llegando en la mañana con las mujeres, todas la esperaban con las flores, flores del color del arcoíris, grandes, chicas, bellas con un brillo de nuestra Madre Tierra. 

Brindó el taller “El Cuerpo de Mis Derechos”, basado en la Convención contra Todas las Formas de Discriminación”, es un paquete metodológico que la abuelita hizo con ayuda de una amiguita y de su hermanito de sangre, es un rompecabezas que ayuda a que las mujeres de una forma sencilla se apropien de sus derechos contenidos en la CEDAW para que ellas en su correr de la lucha tengan elementos esenciales de los derechos contenidos en este instrumento internacional producto de la lucha de las mujeres a nivel mundial

Después de analizar “El cuerpo de sus derechos” reforzando sus derechos relacionados con su cuerpo la abuelita decía que en su mano izquierda están los derechos al voto, el derecho a ser votada, a representarnos como mujeres en instancias internacionales de los derechos de las mujeres y el Viento le recordaba que en esa mano con su puño en alto traía el derecho al trabajo, a capacitarse, a igual trabajo del hombre igual sueldo para la mujer, a reconocer el trabajo de las mujeres en el campo

Y así fueron recorriendo los derechos de las mujeres, la Diosa del Mar recordaba que en el pecho y en el vientre estaban los derechos correspondientes a la maternidad, es decir a tener una atención especializada, antes del parto durante el parto y después del parto

El Hermano Sol les mencionaba que las mujeres también tenemos derechos a vivir dignamente y esto lo traducían en tener una vivienda digna, un pago justo por sus verduras y maíz que sembraban, un sonreír por la vida, un decidir con quien compartir su vida, un estar libres de violencia, un sentir alegría por sus árboles, por sus ríos, por su sierra, por su familia que también era nuestra Madre Tierra y por eso ellas defendían a sus árboles para que no los tumbaran los madereros y no los invadieran los señores narcotraficantes y que nadie tenía derecho a matar a las familias  en unos parajes  de su sierra y por eso las doñas, las mujeres vivían esa depresión profunda en sus corazones, porque no concebían como en esa desolación mataban a las familias, a sus hermanos árboles y como despiadadamente los cortaban y  se los llevaban…y siguieron conociendo sus derechos contenidos en la CEDAW

Y así fueron formando su “Cuerpo de sus Derechos”

Y poco a poco retomaron aquellos ejercicios del derecho a la salud, a la salud integral que la Abuela Luna y el Hermano Sol les brindaban, pero primero  hicieron su círculo de curación que los hermanos Wirras y del Amazonas le habían regalado a la abuelita,  son círculos sagrados, son círculos de palabras tiernas que sanan el corazón, son círculos de esperanzas y fortalezas del Alma La Diosa del Mar les susurra en su oído y les menciona que ahora coloquen sus manos ofreciendo sus dolores, lanzando sus quejidos al universo y después recibir fortalezas.

  Y siguieron guardando en una caja sus sufrimientos; sus tristezas; sus depresiones; sus angustias; sus ansiedades y todos esos sentimientos y emociones los colocaron en una caja color violeta y les decían sientan como va pesando cada vez más la caja cuando le colocan un sentimiento y otra emoción y después el Hermano Viento les dice que ahora imaginariamente le coloquen a la caja un moño morado y lo cierren, después se van a un cerro muy alto con la caja y la lanzan hacia el universo y van convirtiendo cada partícula en fortalezas; en alegría; en esperanzas, en felicidad, en ternura; en dignidad y sientan como esas partículas se van integrando a su cuerpo, se van integrando a su alma sagrada y se van integrando esas partículas a su sierra, a sus árboles, a sus ríos, a sus milpas, a sus sembradíos de hortalizas y frutales para también fortalecerlos y regresar a la Madre Tierra esa dignidad que les está brindando

Posteriormente el Viento les dice a las Mujeres que estando paradas se vallan acariciando su cuerpo con la madre tierra, con las flores del arcoíris y siguen tocando con mucho detenimiento su cabeza; su cabello sagrado; sus ojos desolados; su boca silenciosa hablando por su cuerpo; su garganta que recibe todo el silencio de su arcoíris y seguían acariciando su cuerpo  con las flores de su Sierra Sagrada, y seguían acariciando su alma con su Madre Tierra brindándoles sanación a su horizonte de caminar con dignidad a cada mujer, y poco a poco su Luz va brillando como el Hermano Sol con alegría y seguridad

Y siguen en el círculo de curación pero ahora, en ese mismo circulo  se forman parejas ahora para que de dos en dos se brinden la curación dejando que el vaivén de la energía de la sierra, de los árboles, de sus raíces, de sus duendes, de sus seres secretos de la sierra se unan en ese camino de sanación que las mujeres están desarrollando con muchas esperanzas en su corazón Y la abuelita, el Hermano Sol, nuestra Madre Tierra, la Abuela Luna, la Diosa del Mar con un suspiro agradecen esa unión de las mujeres con sus hermanos y hermanas que son ellas y ellos unidos en el arcoíris de esperanzas, en el arcoíris de la sanación conjunta, en el horizonte del universo, en la defensa de su alegría y en la defensa de su naturaleza que son parte de ellas y que ahora en un acto de unión hacían el amor por la defensa de la humanidad incluyendo a nuestra Pacha Mama que es toda la naturaleza y el horizonte de Luz Divina que es parte de cada una de nosotras.




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