El cuerpo de mis derechos, sanando con nuestro arcoíris de esperanzas
A las mujeres ecologistas de Petatlán
A mis ancestras+
A Martha Sánchez amusga+
A Nellys Palomo+
A Itziar Lozano+
Incansables luchadoras
Para escuchar este cuento
Solo te pido que abras tu corazón
para que escuches al Hermano Viento,
al Hermano Sol,
a la Diosa del Mar,
a nuestra Madre Tierra
a nuestra Pacha Mama
Les voy a contar un cuento un cuento de la Abuela
Luna, el Hermano Sol, La Diosa del Mar, el Hermano Viento, nuestra Madre
Tierra, nuestra Pacha Mama, que siempre nos acogen con sus sonrisas de ternura
brindándonos nuestros alimentos día a día, pero además nos brindan sanación en
nuestra Alma Grande de cada paraje, de cada comunidad, de cada mujer, de
nuestra Alma Grande de nuestro País
Un día la abuelita después de recorrer muchas
montañas, sierras, llanuras, cerros y ríos se encontró en una montaña llena de alegría
y amor y con el suspiro de la brisa del Mar le brindaba sanación en su corazón,
la abuelita disfrutaba de ese vientecito que acariciaba todo su cuerpo, entraba
hasta la profundidad de su alma y limpiaba ese llanto que traía por el correr
de los años.
Nunca había podido tener esa limpieza tan pura que le brindó
la brisa del mar estando en la montaña, ellas y ellos se comunicaban y a la
abuelita brindaban esa sanación por todos los servicios que hacía a las
comunidades indígenas y rurales sobre todo a las mujeres, indígenas y
afromexicanos.
La abuelita se la pasaba viajando para brindarles
talleres de Derechos Humanos, Derechos Humanos de las mujeres, empoderamiento
de las mujeres, talleres de sanación de su alma, talleres de caminar con
dignidad, talleres de fortalecimiento en la relación con la Madre Tierra, con
la Pachamama
Y hacia sus adentros platicando con el Hermano Sol
sintió y escuchó su voz para brindarle ejercicios que ayudarían a las mujeres
ecologistas a sanar su corazón, en esta ocasión la Abuelita se encontraba en Petatlán,
Guerrero, en esa sierra que había quedado devastada por los madereros y las
mujeres vivían en depresión profunda
En esta ocasión la abuelita iba al llamado de las compañeras, brindaría un taller de los derechos de las mujeres y le solicitaban con mucha insistencia que les brindara paz en su corazón, que su alma ya no aguantaba tanta tristeza por las masacres de familias que habían vivido, el despoblado de los árboles por las madereras y la invasión de los señores del narcotráfico, para la abuelita fue devastador, le estaban solicitando cosas difíciles pero ella pensaba no imposibles.
En la noche regresó la abuelita a la casa, hablo con la Abuela Luna, habló con el Hermanito Sol durante varios días y ellos acariciando su oído le brindaron unos ejercicios para la sanación de las mujeres, de los árboles, de los ríos, de ese cerro, de esas sus plantas, sus mangos y sus frutales.
Fue al llamado y cruzaron el cerro verde y acogedor,
llegando en la mañana con las mujeres, todas la esperaban con las flores,
flores del color del arcoíris, grandes, chicas, bellas con un brillo de nuestra
Madre Tierra.
Brindó el taller “El Cuerpo de Mis Derechos”, basado
en la Convención contra Todas las Formas de Discriminación”, es un paquete
metodológico que la abuelita hizo con ayuda de una amiguita y de su hermanito
de sangre, es un rompecabezas que ayuda a que las mujeres de una forma sencilla
se apropien de sus derechos contenidos en la CEDAW para que ellas en su correr
de la lucha tengan elementos esenciales de los derechos contenidos en este
instrumento internacional producto de la lucha de las mujeres a nivel mundial
Después de analizar “El cuerpo de sus derechos”
reforzando sus derechos relacionados con su cuerpo la abuelita decía que en su
mano izquierda están los derechos al voto, el derecho a ser votada, a
representarnos como mujeres en instancias internacionales de los derechos de
las mujeres y el Viento le recordaba que en esa mano con su puño en alto traía
el derecho al trabajo, a capacitarse, a igual trabajo del hombre igual sueldo
para la mujer, a reconocer el trabajo de las mujeres en el campo
Y así fueron recorriendo los derechos de las mujeres,
la Diosa del Mar recordaba que en el pecho y en el vientre estaban los derechos
correspondientes a la maternidad, es decir a tener una atención especializada,
antes del parto durante el parto y después del parto
El Hermano Sol les mencionaba que las mujeres también
tenemos derechos a vivir dignamente y esto lo traducían en tener una vivienda
digna, un pago justo por sus verduras y maíz que sembraban, un sonreír por la
vida, un decidir con quien compartir su vida, un estar libres de violencia, un
sentir alegría por sus árboles, por sus ríos, por su sierra, por su familia que
también era nuestra Madre Tierra y por eso ellas defendían a sus árboles para
que no los tumbaran los madereros y no los invadieran los señores
narcotraficantes y que nadie tenía derecho a matar a las familias en unos parajes de su sierra y por eso las doñas, las mujeres
vivían esa depresión profunda en sus corazones, porque no concebían como en esa
desolación mataban a las familias, a sus hermanos árboles y como
despiadadamente los cortaban y se los
llevaban…y siguieron conociendo sus derechos contenidos en la CEDAW
Y así fueron formando su “Cuerpo de sus Derechos”
Y poco a poco retomaron aquellos ejercicios del
derecho a la salud, a la salud integral que la Abuela Luna y el Hermano Sol les
brindaban, pero primero hicieron su
círculo de curación que los hermanos Wirras y del Amazonas le habían regalado a
la abuelita, son círculos sagrados, son
círculos de palabras tiernas que sanan el corazón, son círculos de esperanzas y
fortalezas del Alma La Diosa del Mar les susurra en su oído y les menciona que
ahora coloquen sus manos ofreciendo sus dolores, lanzando sus quejidos al
universo y después recibir fortalezas.
Y siguieron
guardando en una caja sus sufrimientos; sus tristezas; sus depresiones; sus
angustias; sus ansiedades y todos esos sentimientos y emociones los colocaron
en una caja color violeta y les decían sientan como va pesando cada vez más la
caja cuando le colocan un sentimiento y otra emoción y después el Hermano
Viento les dice que ahora imaginariamente le coloquen a la caja un moño morado
y lo cierren, después se van a un cerro muy alto con la caja y la lanzan hacia
el universo y van convirtiendo cada partícula en fortalezas; en alegría; en
esperanzas, en felicidad, en ternura; en dignidad y sientan como esas
partículas se van integrando a su cuerpo, se van integrando a su alma sagrada y
se van integrando esas partículas a su sierra, a sus árboles, a sus ríos, a sus
milpas, a sus sembradíos de hortalizas y frutales para también fortalecerlos y
regresar a la Madre Tierra esa dignidad que les está brindando
Posteriormente el Viento les dice a las Mujeres que
estando paradas se vallan acariciando su cuerpo con la madre tierra, con las
flores del arcoíris y siguen tocando con mucho detenimiento su cabeza; su
cabello sagrado; sus ojos desolados; su boca silenciosa hablando por su cuerpo;
su garganta que recibe todo el silencio de su arcoíris y seguían acariciando su
cuerpo con las flores de su Sierra
Sagrada, y seguían acariciando su alma con su Madre Tierra brindándoles
sanación a su horizonte de caminar con dignidad a cada mujer, y poco a poco su
Luz va brillando como el Hermano Sol con alegría y seguridad
Y siguen en el círculo de curación pero ahora, en ese
mismo circulo se forman parejas ahora
para que de dos en dos se brinden la curación dejando que el vaivén de la
energía de la sierra, de los árboles, de sus raíces, de sus duendes, de sus
seres secretos de la sierra se unan en ese camino de sanación que las mujeres
están desarrollando con muchas esperanzas en su corazón Y la abuelita, el
Hermano Sol, nuestra Madre Tierra, la Abuela Luna, la Diosa del Mar con un suspiro
agradecen esa unión de las mujeres con sus hermanos y hermanas que son ellas y
ellos unidos en el arcoíris de esperanzas, en el arcoíris de la sanación
conjunta, en el horizonte del universo, en la defensa de su alegría y en la
defensa de su naturaleza que son parte de ellas y que ahora en un acto de unión
hacían el amor por la defensa de la humanidad incluyendo a nuestra Pacha Mama que es toda la naturaleza y el horizonte
de Luz Divina que es parte de cada una de nosotras.
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