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Feminicida que mató a una abuelita me’phaa en Tlacoapa fue condenado a 45 años de cárcel



Tlapa, Guerrero, 21 de mayo de 2025. - Un juez de Tlapa dictó 45 años de cárcel contra Rogelio, a quien se le comprobó que asesinó a Maurilia, una mujer me’phaa de la tercera edad, y por el intento de feminicidio de su nieta.

Maurilia fue asesinada el 7 de octubre de 2021 a los 73 años. Vivía sola con su nieta y su bisnieta en una casa hecha de bajareque y lámina de cartón en el paraje Majagua del Toro, municipio de Tlacoapa.

La mañana en la que ocurrió el feminicio de Maurilia y el intento de feminicidio de su nieta, llegaron Rogelio e Ismael a tocar a su puerta; mantenían un conflicto por una parcela. 

El agresor llegó con la intención de atentar contra la vida de Maurilia. Se aprovechó de su vulnerabilidad para persuadirla de que fueran a ver los terrenos y ahí comenzó la agresión. Por más que trató de defenderse, fue atada a un palo de encino y estrangulada.

Su nieta se había quedado en la casa y preocupada por la demora de Maurilia fue a buscarla, pero se dio cuenta de que el feminicida le había quitado la vida. Los agresores la siguieron con un machete para asesinarla. Recibió un machetazo en la cabeza. 

De acuerdo al centro de derechos humanos de la Montaña Tlachinollan, mujeres y autoridades comunitarias se organizaron para detener a los dos feminicidas y entregados a las autoridades. 

En el juicio, los peritos en criminalística de campo describieron el lugar donde fue encontrado el cuerpo de Maurilia, la posición, las lesiones que presentaba y, sobre todo, el arma con la que le arrebataron la vida, una cuerda que tenía atada alrededor del cuello. 

El médico forense estableció la causa de muerte de la señora Maurilia, informando que encontró roto el hueso hioides, es decir, le fracturaron el cuello. Además, señalaron que las lesiones de la nieta, víctima de intento de feminicidio, ponía en riesgo su vida.

Después de tres años y siete meses, llegó la justicia para Maurilia. Fue un camino difícil para la familia porque no sólo tenía que encarar al agresor, sino pedir prestado dinero para llegar al juzgado muchas veces sin comer. En su comunidad viven al día con tortillas y quelites que encuentran en los cerros y barrancas. La siembra de maíz y frijol les ayuda un poco sortear el hambre.

El feminicidio de Maurilia, abuela de una familia de mujeres, se da en un contexto adverso de pobreza extrema, una desigualdad colosal, marginación, olvido, discriminación en el que desde niñas tienen pocas oportunidades para su educación y acceso a la salud. El agresor sabía que en compañía de su nieta y su bisnieta era vulnerable en un desolado paraje apartado de los caseríos de la comunidad me’phaa, donde los abusos son recurrentes contra las mujeres.

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