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Asunto: Adela Román Ocampo

El segundo Informe de la presidenta municipal Adela Román fue un acontecimiento propicio para que ciertos "políticos" aprovecharan la ocasión: dejarse ver y hacerse notar ante la inminente sucesión gubernamental.

Ediles altaneros ignoran un principio básico: el cabildo es un cuerpo colegiado. Sus integrantes son corresponsables de los aciertos y los yerros cometidos en el ejercicio de la administración municipal. Adela Román no es un emperador, investida de poderes supremos para poder decidir por sí sola las directrices sustanciales del gobierno.

Si existe corrupción la ruidosa síndica en vez de aparecer en las escalinatas con una playera exhibiendo el logo de "La gente se cansa de tanta pinche transa", debiera acudir a la agencia del MP a presentar su denuncia con los elementos de prueba y así sustentar su brava querella. Por andar de exhibicionistas los políticos no han podido fructificar en la Ley los hurtos cometidos por Evodio Velásquez Aguirre, anterior alcalde de Acapulco.

El otro caso es aún más deplorable, el del regidor Morlett, señalado por la propia alcaldesa de estar resentido porque desea le sean otorgados contratos de construcción para una empresa familiar en bancarrota. Si la pobreza moral calara en la estirpe, cuanta indigencia recaería en el apellido Morlet.

Ninguno de los disgustados propone la solución de algún problema social. Cómo resolver la falta de agua potable en las colonias. Cuándo satisfacer el alumbrado público o acabar con la extorsión a comerciantes y erradicar el cobro de piso. Nada de eso les preocupa ni les interesa. La disputa se sustenta en la codicia de otros privilegios, más rebanadas del presupuesto vía concesiones de obras y servicios, cualquier sinecura abierta o simulada, factible de enriquecerlos sin trabajar igual a la condición humana de esta clase parasitaria.

La señora Román es una mujer de carácter tenaz. Madura al tomar decisiones correctas. Nunca se ha dejado someter por extorsionadores políticos. Las obras públicas no pueden estar al menudeo de burócratas y ediles pues se configuraría el delito de tráfico de influencias y en caso dado los regidores habrían de convertirse en juez y parte de un "moche", agregado a sus vastos salarios y bonos residuales según, para una supuesta gestoría sin transparencia, furtiva, clandestina.

El Segundo Informe de Adela Román Ocampo cumplió con el protocolo solemne de informar a la ciudadanía sobre los logros realizados y a realizarse durante su gobierno. Falta mucho, pero se hacen los esfuerzos y se aplica una actitud de no rendirse ante la escasez y la insolvencia. Mil colonias populares en la periferia no es asunto gratuito de atender o desatender sus necesidades. Acapulco avanza. La pandemia, pese a su gravedad, no ha menguado la causa municipal. El Segundo Informe es una síntesis del brío de un cabildo guiado por una mujer con legitimidad constitucional.

Por: Juan López

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