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Chilapa: secuelas de la violencia en María

Por: Adonias Rosales

María es una niña que junto a su madre vende tamales todo el día en la esquina de una colonia de Chilapa de Álvarez, municipio embestido por la violencia, y al que se le sumó la crisis de la pandemia ocasionada por el Covid.

Meses antes, María tomaba clases en tercer año de primaria. Saliendo de su escuela ayudaba a su madre vendiendo tamales en la ciudad, ahora ella y su madre han ido rotando sus ventas de acuerdo a lo que se da por temporada; a veces jicamas, ciruelas. Esta semana por ejemplo, se hicieron de un estación en donde extendieron su manta azul para sobreponer sus jitomates y tomates verdes, muy baratos. Una cubeta de 10 kilos por 15 pesos cada uno.

María no sólo es una niña que vende durante todo el día para ganarse el pan. A su padre lo desaparecieron. Después de su desaparición en el 2017 su vida cambio de golpe, empujándola a otra dinámica, a otra rutina, a otros quehaceres que no son naturales de una menor de edad; ahora, junto a su madre despiertan a las cinco de la mañana todos los días para alistarse y salir lo más temprano que se pueda para que a las siete de la mañana comiencen a ofrecer sus tomates y jitomates.

Transcurre el día, mientras la madre de María ofrece por la calle, a ella se le notan los ojos de frustración, se le nota el cansancio, y tal vez también la tristeza de no poder caminar como los demás niños que pasan con sus papás por donde ella esta vendiendo. María y su mamá con poco éxito a las seis y media de la tarde recogen lo que no pudieron vender.

Chilapa de Álvarez es uno de los municipios de Guerrero más golpeados por la violencia, dejando secuelas muy graves en los hijos de víctimas de homicidio y de desaparición forzada, niños y niñas que antes de sufrir ese desprendimiento familiar vivían felices como podían, ahora tienen que andar en distintas instituciones solicitando justicia junto a sus madres, pero son revictimazados una y otra vez por los burócratas que no tienen la mínima idea de la situación y de las condiciones en que se encuentran, burócratas que no miran más allá de sus escritorios y de su vertical trabajo sin el mínimo análisis contextual, burócratas que no salen de la postura cómoda, porque sus jefes no se los ordenan.

Muchos aplauden a los niños que trabajan para sostenerse, porque creen que se forjarán un mejor futuro, pero en estas condiciones los niños son esclavos, pierden su niñez siendo obligandos a asumir un rol de adulto, pero no son obligados por sus padres sino por la omisión y por la aquiescencia del Estado con los perpetradores.

¿A setenta y dos años de la Declaracion Universal de los Derechos Humanos, que son los derechos humanos para María?

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