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Pueblo Méphàà le llora a familia jornalera


Por: Rosalba Ramírez Hernández

Familias indígenas jornaleras viajan a los campos agrícolas en busca de oportunidad laboral que no tienen en su comunidad y algunas no regresan como sucedió con Raúl Ríos Díaz, su esposa Antonia y sus cuatro hijos menores originarios del pueblo Méphàà, de Juanacatlán, municipio de Metlatonoc.

Sus cuerpos llegaron la tarde de este miércoles a la comunidad que los vio nacer, crecer, casarse y vivir en familia, luego de que el domingo sufrieron un accidente en el tramo carretero Atotonilco-La Barca, en el estado de Jalisco, después de trabajar dos meses en los campos agrícolas de Río Florido de Fresnillo, Zacatecas en el corte de Tomate.

Toda la comunidad de Juanacatlán les lloró y pasó a despedirse en grupos reducidos por la pandemia de la Covid a su hogar hecho de adobe en donde colocaron los ataúdes.

El comisario de 57 años, Alejandro Díaz Vélez cuenta que toda la comunidad de Juanacatlán migra para poder sobrevivir y comprar los productos de primera necesidad. En esa comunidad no se siembra para comercializar sino para autoconsumo.

"Siempre nosotros migramos. Los pobres siempre migramos cada año porque no tenemos mucho que hacer aquí, no' más estamos esperando pura temporada, no hacemos nada aquí. Sembramos milpa por temporada pero no ganamos nada, el maíz está bien barato, a diez pesos el litro".

Incluso, recuerda que en los 80's, cuando no existía carretera que conectara al municipio de Tlapa, la gente caminaba todo el día para trasladarse y llegaba hasta en la tarde. "Salíamos a la una o tres de la madrugada de aquí para llegar a las 4 o 5 de la tarde caminando. 12 horas de camino y cargando".

"Aquí lo que la gente vive es sembrando maíz y es para autoconsumo, no para vender y el maíz es muy barato, la gente no te compra acá, quieres vender algo y yo tengo maíz para mí autoconsumo. Lo que siembran es frijol, calabaza y se da un poquito el ejote pero este año vino una enfermedad en la milpa, el gusano se metió y afectó mucho a algunos señores. Era muy lamentable porque algunas personas no sabían y se echó a perder. Afecta la producción".

La comunidad de Juanacatlán tiene una población de mil 200 habitantes. El 60 por ciento migra año con año para trabajar a los campos. Viajan a Michoacán o  Zacatecas, así es la vida que se vive en esta comunidad. Después de la temporada de lluvia regresan algunos a sembrar calabaza o maíz para autoconsumo. Algunos habitantes tejen sombrero de palma pero es muy mal pagado porque cobran entre ocho y diez pesos por pieza.

El panorama en los campos agrícolas tampoco es muy esperanzador porque la jornada laboral de ocho horas se les paga entre 150 a 180 pesos más una comida. Siembran jitomate, chile, tómate y pepino. Los patrones o jefes les tratan muy mal, "otros nos gritan, nos insultan, te llevan lejos, se enojan", dice el comisario.

En medio de los seis cuerpos, los vecinos coinciden en qué se tienen que "echar la mano". Algunos ayudan a excavar la bóveda, llevan un poco de dinero para la compra de refresco, agua y comida para la velación.

"Es una forma de ayudarnos porque si al rato le pasa algo a alguien es una forma de correspondencia, de apoyarnos entre nosotros aquí en los pueblos porque no hay otra forma. Lo poco que tengo lo llevo y ese apoyo me lo regresan, es recíproco. Tu me ayudas, yo te ayudo", dice.

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