Opinión | PRD, 33 años… lástima de historia

 

Por Ignacio Hernández Meneses

 

Qué tiempos aquellos de cuando era un honor tener la papeleta electoral en la mano izquierda y ver como el sol azteca se sumergía en la urna y al caer la tarde de domingo, anunciaba la esperanza del cambio real y profundo con las primeras victorias del naciente Partido de la Revolución Democrática (PRD).

Recuerdo aquella imagen de un niño que sonriente agitaba una banderita amarilla de papel de china, y que tenía el emblema perredista que su padre le había dibujado con un crayón negro. Iban a todo lo que daba su viejo bochito procedente del Rena para conmemorar el primer aniversario de "la patria para todos", el 5 de mayo de 1990.

Mientras el extinto gobernador José Francisco Ruíz Massieu tendía su mano diestra para entablar sus ríspidos diálogos con la dirigencia estatal que encabezaba entonces el doctor Rosalío Wences Reza, con la siniestra, simultáneamente ordenaba a su súper polizonte Agustín Montiel López que procediera con los desalojos violentos en donde el PRD había ganado con la fuerza de los votos en Ometepec, Cruz Grande, Coyuca de Benítez y Teloloapan, entre otra docena de municipios.

Fue el llamado "periodo de los desencuentros", un escenario político electoral sangriento con un saldo fatal de los primeros perredistas muertos, desaparecidos y presos por motivos políticos. Los gacetilleros a sueldo se daban vuelo maquillando cifras y defendiendo al gobierno de Ruíz Massieu, que a manos llenas regaló automóviles, imprentas y hasta casas a "las vacas sagradas" del periodismo en Guerrero.

El maestro de Ometepec, Tobías Eloy Cisneros Guillén ya era una leyenda viviente.  Durante la Guerra Sucia orquestada por el déspota y autoritario gobernador Rubén Figueroa Figueroa, el aguerrido y apreciable catedrático fue encarcelado siendo dirigente del Frente de Defensa Popular, pero recobró su libertad por la movilización de la otrora combativa Universidad Autónoma de Guerrero también encabezada entonces por Wences Reza.

En los comicios del 3 de diciembre de 1990, con las banderas del PRD ganó la presidencia municipal de Ometepec, pero fue torturado y encarcelado junto con otro hermano, pero no bajaron la guardia. También la movilización popular hizo posible su libertad.

Decenas de campesinos fueron desaparecidos y asesinados en defensa de la democracia, muchos de ellos, de la comunidad Cruz de Corazón, de donde por cierto son originarios los primeros desaparecidos en la historia de la revolución democrática, Andrés de la Cruz Zapacala y Daniel López Álvarez. "Chuche" estaba allí. Era Jesús Torres Martínez, de 78 años de edad, fue una de las víctimas del desalojo violento del Palacio Municipal el 6 de marzo de 1990.

Han pasado 33 años, el PRD ha quedado distante de su proyecto original. Se alejó de su propia gente y de aquellos ciudadanos que le brindaron su confianza. Su decadencia lo registran las urnas y su escasa presencia en las cámaras de diputados y senadores; su proceso de extinción tiene nombres y apellidos, su dirigencia nacional que mantiene sus canonjías y privilegios, firmando pactos "por México" a la cola del PRI y en amasiato con la derecha.

La salida de Andrés Manuel López Obrador fue el punto que quiebre para la debacle del PRD, en caída libre desde el 2018, y hoy está en juego la conservación de su registro como partido político. No deja de sufrir bajas en la CDMX, hoy no tiene ningún alcalde cuando apenas hace menos de una década tenía 10 de los 16 que gobiernan la capital.

Hoy su bancada en la Cámara de Diputados es de apenas 11 integrantes, 2.2% de ese órgano legislativo y tiene 4 senadores, el 3.1 % del Senado. Mantiene una indignante alianza con sus adversarios históricos el PRI y PAN, ganándose a pulso el mote de "traidores a la patria", al sumarse al rechazo de la reforma eléctrica.

El 2024 será decisorio para el PRD, donde es muy probable que las urnas se conviertan en su ataúd.

Quien sabe que van festejar este 5 de mayo en ocasión de su 33 aniversario. Lástima de la gente que creyó en su "democracia ya"; en su proyecto alternativo de nación.

Lástima de historia.