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Los Pinos, Chilapa: entre el estigma y el servicio comunitario



A Bocajarro

Por: Martín Josué Dircio Chautla 


Hace 43 años un grupo de personas en busca de su legítimo derecho a la vivienda, se asentaron en un cerro al suroeste de Chilapa. La experiencia la conoceremos de viva voz de los fundadores que aún viven. Lo que a mí me corresponde es narrar lo que he vivido como vecino de este asentamiento.

Hoy, con la facilidad para escribir en internet, muchas personas opinan, critican y hasta se burlan de todo cuanto pueden. Incluso páginas que supuestamente difunden la cultura chilapeña han publicado más de una vez chistes clasistas sobre las personas que habitamos esta zona de la ciudad. Probablemente la cultura que difunden y nutren es la cultura de la discriminación y el bullying cuando presentan a la colonia como lugar de asaltantes, sucios, ignorantes y violentos. 

Ya no me molesta, cada uno habla de lo que tiene en su corazón. Hay además, un antecedente muy marcado en la memoria colectiva chilapeña sobre el daño ambiental que causó este asentamiento. Esta memoria también se ha transformado en una visión sesgada que no permite ver que también la contaminación del río Ajolotero, la falta de un plan de movilidad que reduzca el uso de motocicletas y los fraccionamientos que dañan el paisaje de soyate son problemas ambientales, de desarrollo urbano y salud pública. Y de estos problemas casi nadie habla.

La ocupación de esta zona no es responsabilidad únicamente de las personas que la habitan hoy. Es más bien el resultado de deficientes políticas de vivienda y más recientemente por problemas de inseguridad, porque esta zona alberga también personas desplazadas de varias partes de Guerrero. Por lo tanto, esta zona bien podría ser un santuario. Un refugio. 

Lo que sí es, y en especial la primera colonia de Chilapa, la original, Los Pinos, es una benefactora de la comunidad. En su casa de reuniones, edificio que muy pocas colonias y barrios tienen actualmente, se han recibido proyectos y programas gubernamentales, comunitarios y colectivos. Con el compromiso de una investigación más detallada, mencionaré por ahora los que tengo conocimiento.

La casa de reuniones de la colonia Los Pinos fungió como preescolar y escuela primaria en los años noventa de las instituciones que actualmente son el Jardín de Niños Bilingüe Gabriela Mistral y Primaria Bilingüe Niños Héroes, respectivamente. Fue también sede de un molino de nixtamal de un grupo de mujeres de la colonia con un proyecto productivo durante los años dos mil. 

En la administración federal 2012 a 2018 fue comedor comunitario a donde acudían decenas de familias por almuerzos. De 2018 a 2020 también comenzaron a impartirse en este espacio talleres de educación ambiental, artes e incluso de preservación de las lenguas maternas con participación de jóvenes de varias partes de la ciudad y de otras localidades. Para 2021 se convirtió oficialmente en una biblioteca comunitaria y de septiembre a diciembre de ese año fue sede de un Semillero Creativo de literatura y artes visuales, programa de la Secretaría de Cultura Federal. 

Gracias a un convenio con el comité de la colonia y el Colectivo Wiltlan, la biblioteca comunitaria continuó todo 2022 con atención sabatina y 2023 agrega clases de iniciación musical gratuitas.

Un servicio aún de mayor importancia es la red de agua municipal, pues fue el comité de la colonia Los Pinos quienes hicieron la gestión, dieron el seguimiento y gastaron muchos recursos para que se materializara ese servicio que hoy disfrutan muchas colonias cercanas.

Es ese tenor, no diré que fue fácil para las colonias que se fueron añadiendo a esta zona, pero el estigma y literalmente la apertura de la brecha se la ha llevado la colonia Los Pinos.
 
Esto es, a grandes rasgos, el servicio que ha dado la colonia a la comunidad. Sin embargo, el abandono institucional es evidente. La calle donde se encuentra la casa de reuniones/biblioteca comunitaria ni siquiera está pavimentada. Ya se ha hecho levantamiento en dos administraciones y sigue en terracería. 


Estamos a oscuras, literalmente, pues el alumbrado público tiene muchas faltas. Por si eso no fuera suficiente para la inseguridad al caminar, la colonia tampoco cuenta con banquetas. La biblioteca, de cuya existencia me consta que el ayuntamiento está enterado, no ha tenido un solo peso de apoyo. 

Con este somero análisis habría que agregar al título de esta columna con que rindo homenaje por los 43 años de existencia de mi colonia dos lastimeras condicionantes, quedando de la siguiente manera: Los Pinos, entre el estigma y el servicio. Bajo el abandono y la ingratitud.





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