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Memorias de una Mujer Afrodiaspórica en el 8M2024


Por: mujer afromexicana en anonimato impuesto por la violencia criminal 

Y así como el ave fénix renace de las cenizas que alguna vez fueron fuego intenso y ardiente, así estoy renaciendo, poniendo a pruebas mis alas de la libertad y de mis pensamientos. 

He estado presa mucho tiempo en la jaula del miedo y la tristeza, aunque esta jaula se debilita con el paso del tiempo; intento sonreír y confieso que por momentos logro tener en mi rostro una breve y bonita sonrisa.

Las garras del dolor y la soledad también hicieron heridas en lo profundo de mi ser; mis heridas van sanando de a poco, aunque aún puedo sentir sus huellas en mis cicatrices queloides que han quedado como estelas grabadas en mis memorias.

Estoy cansada del silencio; mi voz aún silenciada por el miedo sigue gritando a todo pulmón, pero se queda en un grito que se ahoga en mi boca cerrada; y aunque mis pensamientos son de libertad, justicia e igualdad y mi conciencia me sigue invitando a la revolución feminista o social, mi voz a través de la palabra escrita sigue estando en el anonimato y en la clandestinidad.

Y aunque sigo en silencio, soy consciente de lo que pasa a distancia y a mi alrededor. Sé lo que pasa con las niñas, adolescentes, jóvenes y mujeres adultas de mi país México, de mi estado Guerrero, y de los lugares que me vi forzada a dejar para poner a salvo mi vida y sobrevivir.

Si, sigo en silencio las notas de lo que viven las mujeres en el ámbito público y privado; es verdad, aún tengo miedo, lo reconozco cuando veo imágenes de autos incendiados y el transporte paralizado; cuando veo vacías las calles de mi ciudad por amenazas y toques de queda impuestos por enfrentamientos anunciados; entonces pienso, de haber seguido allí, yo estaría viviendo la misma situación.

Si, aún siento miedo combinado con la rabia, cuando leo las fichas de mujeres desaparecidas compartidas en redes sociales; cuando niñas y/o mujeres fueron rescatadas de las garras de potenciales explotadores sexuales y feminicidas; también me invade la impotencia y la rabia cuando veo mujeres jóvenes y adolescentes que no regresaron a casa y fueron encontradas sin vida; y las mujeres, se asuman feministas o no, marchan diciendo “ni una más”, “justicia, justicia, justicia”; miedo, coraje impotencia, cuando la estadística de feminicidios sigue al alza y no hay acceso a la justicia, ni seguridad.

Este 8M2024 reconozco a la distancia los avances de la lucha de mujeres en lo político y lo social; y celebro en mi soledad los derechos exigidos  a base de denuncias y logrados a base de sentencias.

A la distancia observo la participación política de las mujeres, y también observo como las critican, las enjuician y las violentan por ser mujeres, y he visto como cualquier error lo magnifican; yo sé lo que es la violencia política contra las mujeres en razón de género, porque la viví en carne propia, aún antes de ser reconocida y aprobada.

También observo lo que pasa en los sindicatos y en las universidades y observo que hay bases que aún no logran despertar su conciencia. También hay otras voces que son silenciadas y muchas conciencias aún duermen; hay voces que cuestionan, critican protestan, y protestan por separado sin lograr aún hacer masa social.

Detesto la demagogia y las falacias vestidas de democracia; así como los discursos falsos y vacíos en los que a leguas se perciben la mentira y la incongruencia. Detesto las actitudes serviles, y esa idolatrar del egocentrismo, que presumen en lo público, en redes sociales y que haya incluso quien lo defienda, lo aplauda y hasta permite y tolera que su propia dignidad sea pisoteada.  ¡Cuánta enajenación!

Este 8M2024:

Protesto por las injusticias cometidas en nombre de la ley, que se usa a modo de quien ostenta el poder.
Protesto por las desigualdades que vivimos por ser mujeres.
Y exijo el respeto a nuestras libertades y a nuestros derechos, 
porque aún a la distancia seguiré exigiendo el 50% de los espacios de representación política para las mujeres.
Seguiré insistiendo que sin paridad de género en todo no hay democracia.
Que las mujeres y las niñas merecemos vivir libres de violencia y sin miedo,
y que las mujeres negras, afromexicanas exigimos vivir libres de discriminación y racismo.

Y desde mi lugar de enunciación me asumo mujer afrofeminista, mujer orgullosamente afromexicana; y también he de decir conozco mujeres afromexicanas que no se asumen feministas porque no se identifican con el feminismo que surgió también de las luchas de las mujeres en el pasado, pero dejó fuera a las mujeres negras racializadas. También conozco mujeres que se asumen feministas, pero su discurso y su actuar es incongruente; entiendo que siguen en su proceso de despatriarcalización y que eso, como todo proceso, toma tiempo.
 
Leo y escucho discursos de mujeres encaminados a vanagloriar a los hombres del grupo al que pertenecen, les celebran, les festejan y les aplauden cuando hacen lo que en realidad, es su trabajo,  ellos no están haciendo algo extraordinario o excepcional, insisto están haciendo su trabajo;  sería maravillosos escuchar a esas mismas mujeres hablar de ellas mismas y de otras mujeres, identificando las desigualdades que viven  y reconociendo sus logros y el de las otras, así como las dificultades que tuvieron para alcanzarlos. 

Por otro lado, quiero decir que,  desafortunadamente el Estado no garantizó el derecho a la seguridad y el derecho a vivir una vida digna a mi padre, tampoco garantizó mi derecho a la seguridad; pues cuando lo desaparecieron, y después de tres días, durante los cuales muchas voces hicieron suya mi exigencia pública de su presentación con vida, en respuesta, su cuerpo fue encontrado sin vida y cercenado en bolsas negras como consecuencia de la inseguridad pública que se vive en el día a día, misma que me quitó la libertad de alzar la voz y exigir justica; y me coartó mi libertad de seguir luchando por mis derechos humanos y promover estos mismo para otras mujeres; si, me quitaron el derecho de vivir sin miedo en mi propio territorio, me arrebataron el derecho de vivir en libertad y en armonía con mi gente y me invisibilizó totalmente.

A la distancia les digo también que, por un tiempo con el desplazamiento forzado se quebrantaron mi sentido de pertenencia e identidad, se restringió mi derecho al libre tránsito, se coartó mi derecho a la libertad de expresarme desde mi identidad, desde mi ser mujer; mi voz se apagó de tajo y mi activismo se detuvo totalmente, este es el costo que he tenido por la prioridad de mantenerme a salvo; y ahora, aunque puedo caminar por las calles libremente sigo estando en el anonimato por seguridad.

Sé que tengo el derecho y la libertad de expresarme y alzar la voz, pero también estoy consciente que, para mí, el peligro sigue latente y las circunstancias del hoy, me siguen forzando a vivir lejos de casa, lejos muy lejos de quien yo soy y lejos de toda mi gente, y de las mujeres con las que solía convivir, actuar, luchar, promover y exigir nuestros derechos, de todas las formas posibles y hacerlo visible.

Todo esto me hace recordar con frecuencia a Audre Lorde, “mi silencio no me protegió. Tu silencio no te protegerá”. Este silencio me asfixia y sé que no me protegerá por siempre, pero aún no estoy lista para hacer escuchar de nuevo mi voz y escribir estas reflexiones bajo mi propio nombre; ¡Y tanto que hice para ser visible, ser reconocida y ser nombrada! Y ahora siento que estoy pasando a ser olvidada.

También me viene a la mente la frase de Sojourner Truth, "La valentía no es la ausencia del miedo, sino la capacidad de seguir adelante a pesar de él" y para ser honesta, reconozco que he vivido en silencio y con miedo, que aún hay vestigios de éste en mí y que, sin embargo, continúo, sobrevivo, pero quiero dejar de ser valiente y solo vivir sin miedo.

Estoy a la distancia, estoy en silencio, pero no paro de hacer mis propias reflexiones y conclusiones; algún día quizás podré compartirlo en total libertad, hoy, solo comparto pinceladas de mi vivir, de mis pensamientos desde el estar en otra ciudad con otras personas, que de feminismo entienden poco o nada, o que su percepción de la injusticia y la desigualdad es totalmente diferente.

Y hablando de diferencias, estando en otra ciudad y con otras personas, he de reconocer a su gobierno el apoyo y la atención de calidad que a los inmigrantes y a las  mujeres afrodiaspóricas como yo  nos da; y a las personas con quienes he tratado  les reconozco su amabilidad, su honestidad, su respeto, su bondad, su generosidad, su trato y calidez tan humana que me han hecho sentir como en casa, en familia; y a pesar del idioma y las diferencias, me han hecho sentir que mi vida importa y que soy valiosa; se congratulan de mis avances y celebran mis logros como si fueran los suyos; siempre tienen palabras de apoyo y aliento; reconocen mis esfuerzos, mis habilidades y lo que hago; cuando les platico de las luchas de las mujeres mexicanas y de las guerrerenses, expresan admiración  y respeto.

Me preguntan el motivo de haber dejado mi lugar de residencia, mi hogar, mi zona de confort ¿vacaciones? ¿trabajo? ¿una mejor vida? Y yo solo contesto –“temo por mi vida, vine en busca de protección y seguridad”-, y con preocupación hacen la pregunta obligada: ¿Por qué? ¿Qué pasó? Y entonces, voy de nuevo al motivo, empiezo a contar mi historia ligada a la de mi padre: “mi padre fue secuestrado por criminales el mismo día de su cumpleaños, estuvo desparecido tres días, lo asesinaron con un arma de fuego, su cuerpo fue cortado en partes y encontrado en bolsas negras… hubo amenazas a sus hijos, ese es el motivo por el que estoy aquí y sigo aquí…”

Y entonces escucho: “siento mucho tu perdida”, discúlpame,” no tenía idea”, “lo siento mucho, mi corazón está contigo y tu familia”, “si necesitas algo cuenta conmigo”, “aquí estarás más segura y vendrán cosas buenas para ti” Si, empatía le llamo yo, solidaridad, sororidad, consideración; aquí voy encontrando un poquito de lo mucho que dejé y añoro.

Y es verdad, el riesgo ha disminuido, porque en efecto aquí hay más seguridad, puedo caminar por las calles sin acoso callejero y sin miedo a ser desaparecida, violada o asesinada.

He tenido que empezar de cero y sin nada, enfrentarme a la barrera del idioma, he tenido que ir a la escuela para aprenderlo y poder comunicarme.

Este 8M2024 quiero dejar memoria de mi existencia y resiliencia; auto reconocerme porque he seguido adelante a pesar de mis miedos y carencias; sigo avanzando, el miedo no me detiene, ni la nieve, ni el clima, ni siquiera las caídas o un pie fracturado.

Como mujer feminista y afromexicana, siendo congruente con mis convicciones y mis principios, también quiero darle mi reconocimiento a mi primera maestra que aquí tuve, Marlene, una mujer afro de Trinidad y Tobago, tan linda, tan humana, siempre sorora y empática, que, sin conocer de feminismo, y aunque quizás ella no se reconozca feminista, su discurso y son acciones lo son, ¡Realmente amo a esta mujer! Con ella cambié mi perspectiva sobre la docencia, aún conservo la esperanza de seguir ejerciendo la profesión que amo.

Por supuesto también quiero reconocerle a mi madre todas sus formas de luchas y resistencia, que, aunque algunas han sido diferentes a las mías, vamos hacia el mismo objetivo: nuestros derechos humanos; y dar mi reconocimiento a todas las mujeres que defienden y promueve nuestros derechos en todos los ámbitos de nuestra vida. A todas ellas gracias.

Y como dije, al inicio de esta nueva etapa, la barrera fue el idioma, pero he ido avanzando paso a paso, puedo entablar conversaciones con personas en diversos espacios, transporte público, tiendas de supermercado, oficinas de servicios, maestras de mi hijo, médicos, enfermeras, psicólogas, compañeras y compañeros de clase, nuevas amistades, y así voy extendiendo el círculo de interrelaciones personales y por supuesto mi nueva escuela como estudiante; siguiente reto: establecer comunicación con peques menores de 6 años.

No ha sido fácil migrar, moverme de mi lugar de origen y cambiar mi lugar de residencia en búsqueda de seguridad; he tenido mis propios procesos de duelo a la par con los procesos de adaptación de una nueva lengua, una nueva cultura, incluyendo el clima, la ropa y la comida, el hacer comunidad, nuevas amistades y al mismo tiempo preservar mi identidad, mi idioma y mi cultura; es un proceso de adaptación en el que incluso mi rol como mujer en el espacio público y privado también ha cambiado.
Adoptemos el lema “inspiremos inclusión” desde nuestros lugares de enunciación, usando el lenguaje inclusivo en la palabra oral y escrita, para nombrar y reconocer la existencia de las mujeres;  reconocer los aportes de las mujeres afromexicanas;  diseñar políticas publicas para promover la igualdad de género entre hombres y mujeres; construir  espacios seguros para atender las necesidades de las niñas y las mujeres; mantenerlas informadas respecto a sus derechos a la salud, a decidir en su cuerpo, a su acceso a la educación y a la justicia; promover  la paridad de género en todo con el 50 % de representación de los espacios para las mujeres; promover espacios libres de acoso y hostigamiento sexual o laboral con campañas de cero tolerancia   a la violencia contra las mujeres y niñas por mencionar algunas.

Todas las mujeres del mundo queremos vivir libres de violencia, sin racismo y sin discriminación.

Yo deseo ser feliz y ser libre; admito que amo mi libertad por sobre todas las cosas, esta libertad que es parte de mi amor propio y este amor propio florece cada día más abrazándome con fortaleza y resiliencia para seguir adelante.



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