Sí lees esto, mi hijo está desaparecido. Ayúdame a encontrarlo
Por: Socorro Gil Guzmán / Activista y víctima indirecta de la
desaparición forzada de su hijo, Jhonatan Guadalupe Romero Gil
Nací un 26 de junio de 1974. Mis padres son Sofonías
Gil N. y Juana Guzmán M. Fui la quinta hija de 11 hermanos, 09 hermanos hombres
y 02 hermanas mujeres.
Mis padres fueron campesinos que trabajaban de sol a sol y por eso nunca me faltó que comer ni que vestir, tuve una infancia muy hermosa, mis abuelos paternos fueron muy cariñosos, los amé muchísimo, crecí en un pueblo muy pequeño donde no tenía vecinos cercanos, los niños que conocía eran porque íbamos a la misma escuela, no salía por las tardes a jugar con nadie, y no porque no tuviera con quien, más bien era porque en casa siempre había tareas que realizar, me obligaron a ser responsable muy chica, tenía que cuidar siempre de mis hermanos más pequeños, no conocía el mundo exterior, no sabía que problemas podía tener un niño, un joven, o un adulto, vivía en un mundo color de rosa hasta que terminé la escuela primaria y decidí que debía estudiar la secundaria.
Tuve que abandonar la casa materna para emigrar a otro pueblo y
conocer nuevas personas, empecé a conocer los estragos de la vida, empecé a
darme cuenta que la vida no era color de rosa, que había mujeres que sufrían
maltratos por sus esposos, por sus novios, yo jamás vi a mi señor padre golpear a mi señora madre.
Me hubiera encantado volver a mi pueblo y quedarme
allá para siempre, pero había algo que no me gustaba y tenía mucho miedo, miedo
de volver al pueblo, aunque tuve o tenía un padre amable cariñoso con mi madre,
llegaba del campo y se ponía ayudarle a mi madre con los quehaceres de la casa,
yo tenía miedo de volver, me imaginaba una vida en el pueblo criando muchos
hijos, estar siempre ocupada y no tener tiempo para mí, eso no me dejo volver a
mi pueblo porque deseaba crecer y ser independiente, no quería ni pensaba casarme y menos tener muchos hijos.
Llegue a pensar que algún día tendría un hijo siendo
madre soltera, y pensaba: solo quiero tener un hijo y que sea hombre porque las
mujeres sufrimos mucho. Se me hacía un sufrimiento parir tantos hijos y
soportar un esposo.
Y así fue, a los 17 años ya era independiente, trabajaba
y estudiaba. A los 19 años fui madre soltera y por suerte fui madre de un niño,
deseaba tanto que fuera un varón, fui la mujer más feliz del mundo porque mi
mayor deseo a tan corta edad se me había hecho realidad.
Mi hijo nació un 22 de diciembre de 1992 a las 03:00 de
la madrugada, tengo tan presente esa noche y como olvidarla, si conocí por
primera vez al amor de mi vida. Los problemas con mi madre no se hicieron
esperar, no le gustaba la idea de tener una hija criando un hijo ella sola,
solo pensaba en el qué dirán, pero a mí eso no me importaba, tenía a mi padre
de mi lado defendiéndome y ayudándome en todo, que más podía pedirle a la vida.
Quién lo diría, que la vida me cambiaría en un cerrar
y abrir de ojos en 04 meses y 06 días la vida no sería la misma, un 28 de abril
entre las 10:00 y 11:00 horas de la mañana, mi hermano mayor llegaría a mi
trabajo con una mala noticia.
Cuando una joven me fue a buscar y dijo maestra la
busca su hermano yo solté el llanto y pensé “se murió mi abuela”. Corrí
perturbada a encontrarme con mi hermano, y cuando lo vi, le pregunté ¿se murió
la abuela?, movió la cabeza a los lados y eso era un no, nunca antes nadie me
había ido a buscar al pueblo donde yo trabajaba. Me acerqué y volví a preguntar
¿qué pasa? ¿por qué te quedas callado? Recuerdo que me asusté mucho y lo sacudí
del hombro y seguía sin decir nada.
La señora de la casa se acercó y me dijo maestra,
siéntese no murió su abuela, quien murió fue su padre.
No, no, eso no
es cierto, le dije a mi hermano, quien estaba enferma, entre la vida y la muerte
era mi abuelita, le pregunté a mi hermano que pasó, por qué dices que papá está
muerto, me dijo tenemos que irnos, vine por ti, en el camino te cuento.
Arreglé algunas cosas, a mi hijo y salimos corriendo
de ahí.... habían asesinado a mi padre.
La muerte de mi señor padre me dejo una herida que aún
sigue sangrando.
Le sigo reprochando que me dejó sola, aunque mi
hermano me dijo mientras caminábamos a casa, que no estaba sola, y que siempre podría contar con él y que me apoyaría siempre.
Mi hermano me hizo sentir su apoyo y en esos momentos sabía
que también tenía a mi hijo y que no me quedaba sola.
Mi madre estaba enojada conmigo por no casarme, por no
darle un padre a mi hijo, como si tener un padre lo fuera todo, pero siempre
hay sus excepciones.
Qué triste fue perder a mi señor padre, después que mi
hijo cumplió un año lo bauticé, y le puse por nombre Jhonatan Guadalupe Romero
Gil. Después de la muerte de mi padre mi vida cambió por completo, no soporté
los reproches de mi madre y decidí casarme. Tuve dos hijas con las que vivo
actualmente.
Mi señor padre fue asesinado un 28/04/1993, en su
trabajo para la comunidad, años más tarde, un 05/05/2010 mi hermano también fue
asesinado cuando estaba en su trabajo.
Recibí una llamada por teléfono, respondí y sin
pensarlo una sobrina que vivía en casa me dijo “tía mataron a mi tío Juan”. No
podía ser cierto, yo no vivía con mi hermano, pero sabía que no tenía problemas
con nadie, me resistí a creer, y pensé en ese momento que perdieron el celular,
alguien me hizo una broma de mal gusto, volvía a llamar a casa no recuerdo cuántas
llamadas hice, hasta que por fin mi hermana la más chica me respondió, estaba
llorando cuando me confirmó la muerte de mi hermano.
Sabía que era uno más qué lo privaron de su vida y que
nadie haría justicia por él, porque no existe la justicia, en este pueblo te
quitan la vida y todos continúan como si no pasara nada y así pasaron los días y
después los años y nadie investigó, ni hizo nada al respecto.
Regresé a casa muy triste. Estuve mucho tiempo triste
en depresión, pero la vida seguía y tenía que seguir adelante con mis hijos,
nunca te recuperas del todo porque siempre en cualquier momento la herida
duele, el vacío en el alma nadie lo llena, el alma llora muy a menudo.
El tiempo avanzó y mis hijos crecieron, veía un futuro
prometedor aquel que yo imaginaba años atrás cuando llevaba a mis hijos a la
primaria y soñaba con ver a mis hijos convertidos en unos profesionistas. Llegó
el tiempo en que se graduó mi hija la más pequeña: licenciada en Ecología Marina,
Nadia Haydee Romero Gil, realmente, me sentí tan feliz, mi hijo Jhonatan ya
había terminado su licenciatura en derecho y su hermana María del Socorro
Romero Gil, licenciada en Enfermería. Parecía que el futuro era prometedor.
Mis hijos tenían tantos proyectos, sueños por
realizar, los escuchaba planear un futuro brillante, seguir estudiando,
preparándose profesionalmente, jamás me pasó por la cabeza que el destino
cambiaría el rumbo de sus vidas.
Y un 05 de diciembre del 2018, una llamada nos cambió
la vida, la violencia y la inseguridad de este país me arrebató a mi hijo, la
maldad tocó a mi familia, dejándome muerta en vida, me arrancaron el alma,
despertaron en mi la necesidad de buscar a mi hijo y la justicia, que es nula y
escasa en este país.
Durante 06 años y 03 meses he recorrido gran parte del
país, he atravesado algunas fronteras, no solo buscando a mi hijo sino buscando
visibilizar la violencia de nuestro país, la insensibilidad de un gobierno
corrupto negligente y cómplice de las desapariciones forzadas.
El 05/12/2018 me remarcó la vida, la vida se detuvo
esa noche de terror, la vida no avanza sigue ahí en esa noche, la incertidumbre
y el dolor crecen cada día que pasa.
Durante todo este tiempo buscando a Jhonatan he
conocido a tantas mujeres, tantos testimonios de vida y con ellas su dolor y la
misma incertidumbre compartida con ellas, la lucha por encontrar a nuestros
hijos nos ha unido.
Parece que ser mujer fuera un crimen o un delito y nos
han castigado por tener hijos que luego se nos arrebatan para hacernos sufrir
en esta tierra, aprendemos a vivir en el infierno, y a morir lentamente todos
los días, el dolor no nos paraliza, no nos moviliza, nos une porque el amor por
un hijo nos mueve a seguirles buscando.
Dicen las mujeres de este país que lo gobiernan
"QUE ES TIEMPO DE LAS MUJERES", pero las mujeres a las que nos alcanzó
la violencia, a las que nos obligó el Estado a buscar por amor, parece que
nadie nos voltea a ver, somos minimizadas revictimizadas por buscar la justicia
y la verdad, hacemos memoria al andar, dejamos huellas al caminar.
En la vida aprendemos muchos oficios o profesiones,
nunca nadie dijo que buscaríamos a nuestros hijos, que abandonaríamos nuestros
hogares, a la familia, nuestros trabajos, porque el Estado nos ha obligado hacer
el trabajo que a ellos les corresponde como autoridades, nuestras autoridades.
Salimos a los cerros a varillar, a cavar la tierra buscando huesos, restos
humanos de nuestros tesoros, buscamos bajo las piedras, bajo la basura la vida
que nos fue arrebatada.
Es inhumano esto que padecemos miles de familias, no
es vida, no es justo que otro ser humano nos provoque tanto dolor, y que nadie
diga o haga algo por de tenerlos a seguir hiriendo a la sociedad.
Las mujeres dejamos el miedo encerrado en casa y salimos
a las calles a luchar, a levantar la voz, levantamos el puño en señal de lucha
de resistencia, muchas veces somos amenazadas, revictimizadas, desplazadas,
engañadas, maltratadas, violentadas y hasta asesinadas por buscar la verdad y
la justicia.
Hoy, yo Socorro Gil Guzmán, soy la voz de mi hijo JHONATAN
GUADALUPE ROMERO GIL y él seguirá siendo mi lucha, mi guerra, mi paz, mi
seguridad, mi amor, pero sobre todo, seguirá siendo mi hijo.
JHONATAN GUADALUPE ROMERO GIL Fue detenido y
desaparecido por policías municipales en Acapulco, Guerrero el 05 de diciembre
del 2018. En la fiscalía local fueron ocultadas todas las evidencias para que
los policías no fueran encarcelados, la familia de Jhonatan ha sido perseguida,
amenazada y desplazada para dejar de buscar justicia y verdad.
Pese a ello, no han dejado de buscar a Jhonatan. Si
lees y tienes información de donde está el hijo de la señora Socorro, por favor, ya no sigas callando porque tu silencio la está matando.
Un pensamiento, un sentir del alma, unas cuantas
palabras resumen el dolor de una madre que te implora clemencia ante la incertidumbre
de no saber el paradero de su hijo, que hubiese preferido morir antes que vivir
la desaparición forzada que se ha convertido en un viacrucis de este país.
Si cuentas con información del paradero de Jhonatan puedes informarlo confidencial al número 7444571907
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