Adán Augusto y su complicidad con La Barredora, escisión del CJNG
Por: José Antonio Rivera Rosales
Claro que sabía.
Adán Augusto López Hernández, exgobernador de Tabasco, exsecretartio de Gobernación y actual senador de la república, sabía perfectamente lo que hacía su exjefe de seguridad pública durante su mandato en aquel estado.
Pero, además, detentaba el poder y las ganancias junto a Hernán Bermudez Requena, ahora prófugo de la justicia, a quien identificaron como jefe de la estructura criminal denominada La Barredora, que resultó ser nada menos que la extensión en Tabasco del Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG), la organización criminal más poderosa del país.
López Herrnández miente a sabiendas. Claro que lo sabía todo. Es un guión que ya tiene ensayado. Sólo que nunca pensó que saliera a relucir la pudrición.
En 2023, cuando fungía como secretario de Gobernación, López Hernández decía de Genaro García Luna: “El principal responssable de todo eso no fue García Luna, fue Felipe Calderón Hinojosa. García Luna fue el ejecutor, pero ni modo que quien ocupaba la máxima responsabilidad del estado no supiera”.
Lamentablemente, es verdad.
Cuando Calderón fue presidente de la república contó con un grupo especial de más de 70 individuos exclusivamente a sus órdenes. Era como la infame Brigada Blanca.
En marzo de 2009 el gobierno federal ya había iniciado la cacería del capo Arturo Beltrán Leyva. El año anterior el jefe criminal había había secuestrado a García Luna en las inmediaciones del estado de Morelos para obligarlo a cumplir acuerdos previamente concertados. García Luna le dijo que sí a todo, pero en realidad hizo los preparativos para asesinarlo.
En junio de 2009 ese grupo especial -que se movía en las sombras- allanó un domicilio del capo en Granjas de Mozimba, donde Beltrán tenía guardados vehiculos blindados de superlujo y un lote de joyas adquiridas en Europa.
Los agentes se llevaron dos autos blindados y las carísimas joyas, que según trascendidos confiables fueron entregados a Calderón. Al menos una parte, especialmente uno de los blindados. En resumen: la mayor parte de las prendas de oro y uno de los vehículos se los quedó el mandatario sin reportarlo a la Fiscalía de la República.
Tal parece que el capo se encontraba en Acapulco en esas fechas, pero por una coyuntura fortuita fue posible escucharlo a traves de un equipo de radio satelital. Fue como escuchar a un demonio: “!pinche ratero¡”, exclamaba embravecido, en referencia a la conducta de Calderón Hinojosa. Luego, Beltrán afirmó que ya no permitirían que un panista accediera a la presidencia de la república.
“Ya no más el PAN, ahora será puro PRI, PRI, PRI”, fueron sus palabras, expresadas en un tono que no dejaba lugar a dudas de su ruptura con la cúpula panista. Nunca se supo que Calderón entregara los vehículos robados a alguna instancia gubernamental. Era, como dice Tsun Zu, simplemente apropiarse del botín.
En diciembre de ese año Beltrán fue asesinado por un comando de elite de la Armada, en Cuernavaca. Con él cayeron sus más cercanos pistoleros. Quedó claro que se trataba de callarlo, no de arrestarlo. Al ultimarlo, se eliminaron también las posibilidades de que se conocieran públicamente los acuerdos entre el estado mexicano y el narcotráfico.
Beltrán había prometido entrevistas a ciertos miembros de prensa en donde revelaría cuáles eran los acuerdos con Calderón y con García Luna. No llegó vivo a la fecha de la entrevista, que sería a fines de ese diciembre.
Entonces ¿Calderón sabía o no? Claro que sabía. Otro caso, ocurrido en Guerrero, devela este tipo de acuerdos entre mandos policiacos y agentes del narco.
Un mando de la Policía Ministerial le comentó a uno de sus cercanos que había venido al estado para ganarse unos 20 millones. El confidente lo festejó: ¿Veinte millones? ¡Excelente¡ A lo que el mando le especificó: “…De dólares”. El subalternbo se quedó con la boca abierta.
Y asi fue, pero algo les falló.
Dos de los operadores de ese mando fueron detenidos en Nueva York con 50 kilogramos de heroína pura. Agentes de la DEA se hicieron pasar por compradores y ambos fueron recluidos en prisión. Esos agentes con droga eran, claro, enviados del mando regional de la Policía Ministerial.
Obviamente hubo un escándalo e inclusive agentes de esa corporación norteamericana vinieron a Guerrero para averiguar de dónde venía esa droga, pero encontraron un muro de silencio. Claro que la heroína venía de la Sierra Madre del Sur y su traslado a Nueva York implicó una operación extraordinaria con personal local de la entonces Procuraduría General de Justicia. El procurador que propició esa operación ilegal ahora despacha como un notario honorable. El mando, que simplementer se dijo engañado, se retiró de aquí con las alforjas llenas. Y no pasó nada. ¿El procurador y el mando no sabían nada? Por favor…
Lo mismo pasa ahora con el exsecretario de Seguridad de Tabasco, un hombre de todas las confianzas de Adán Augusto López, quien dice no haber sabido que su hombre de confianza era uno de los operadores del Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG).
Es más, dice que ni siquiera lo sospechó. Eso fue lo que respondió ante Ciro Gómez Leyva. Pero se le ha visto compungido, preocupado porque se le cayó la careta.
Estos dos tipos (Adán y Requena) tienen una vieja amistad desde cuando ambos trabajaron para un gobenador priista. Esto se remonta a más de 30 años. Y siendo tan amigos (¿o cómplices?) el senador morenista y hombre fuerte del expresidente López Obrador ¿nunca se dio cuenta de las andanzas de su secretario de seguridad?
Existen antecedentes en los archivos de la Sección Segunda (S-2) del Ejército que dan cuenta desde 2019 de los vínculos de Requena con la delincuencia organizada. Y no era cualquier grupo delictivo, sino el CJNG, que se supone es combatido por el estado mexicano.
¿Así que, de verdad, creen ustedes que Agusto no sabía nada? Vamos, a otro perro con ese hueso. Por favor
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