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Distinguir el bien común como el destino final de todo




Por: Patricia Rumbo

 Compartir es un acto de nuestro género, reservar y volver exclusivo no. Insisto en que dirán que es porque desde siempre hemos sido obligados a comportarnos así, para mí es porque distinguimos el bien común como el destino final de todo.

Empiezo por analizar que si ahora vivo con poca menos precariedad, no significa que el resto de las mujeres de Acapulco y de Guerrero vivan así. Existen en las orillas y centros de las ciudades, en Acapulco el municipio con menos pobreza y en La Montaña y todas las regiones quienes en pobreza extrema y violencias urbanas y rurales sobreviven.

Confieso que no sé qué escribir ni cómo porque siempre pienso que para hacerlo no debo ser una opresora hacia mi especie, mi género, el medioambiente y los animales y no alcanzo a escapar del sistema económico-capitalista-patriarcal que norma.

Me descubro oprimiendo y violentando cuando uso plástico, cuando contrato a una mujer que asea mi pequeña departamento y cuando consumo a conciencia e ignorancia productos del sufrimiento animal.

Si aspiramos a construir un mundo no violento, debemos rechazar todas las violencias, para que no se nos hagan invisibles como a los varones.

Los animales son seres con capacidad de sentir y experimentar sus vidas. Cuando respete y luche por sus vidas con todas mis fuerzas podré escribir más.

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