Lo único real es la sed de mis plantas
Por: Marianela Fiesco
Abrir los ojos
alojarme en su pecho
recordar las plantas, su sed y mis pendientes
afinar la mirada y en un salto
la espalda desnuda se crispa al contacto del agua
Después el beso
desayuno mutuo
beso alimento
despedida
calma vaporosa antes de salir por la puerta
Trabajar porque alguien dijo que dignifica
por el temor a tener hambre
y el recuerdo tan presente:
la madre primeriza sin bocado que ofrecer
trabajar que ha sido fuerza, ojera, movimiento
trabajar que para mí es sentarse a teclear
Y ver rutinas de ejercicio que nunca haré
Intentar no divagar
en la sed, en el beso, en el final del poema
que se escribe pero no se termina.
Enfocarse hacer valer el tiempo
adelantar, adelantar, adelantar para librarse de todo poder escribir para mí,
trascender
ser la nueva
[Inserte a su poeta favorita]
escribir para ganar un premio
adornar mi semblanza
agarrar valor
cobrar
Pero antes el campo de batalla, la casa
con sus rincones, su vida en forma de polvo
separar los desperdicios con la mano y el asco.
La espuma, el agua y el esmalte rojo de mis uñas detenerse para convivir, los tiempos de enfermedad enseñan
la importancia de estar
me detengo a reír, platicar
crear chistes internos y recuerdos
pero por dentro el reproche:
debería guardar esta energía para
Leer
Escribir
Hacer ejercicio
Levantar el desorden
Adelantar trabajo
Tener sexo
Reconectar con amigues
Aplicar a convocatorias
Corregir textos
Atender videollamadas
Tirar el patriarcado
Lavar la ropa
Tomar talleres
Depilar mis piernas
Hacer contactos
Lavar trastes
Reír con mamá
Y el beso, el dinero, las amigas, la espuma, la vida, las muertes
No he hecho nada.
Estoy estancada.
No hago diferencia
Se desborda
el botecito que sostengo bajo el agua y alivio
que derramo sobre la tierra que al final del día lo único real es la sed de mis plantas.
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