Día Internacional de la Mujer
Por: Nora Velázquez / Diputada de la 63 legislatura del
Congreso de Guerrero
El 8
de marzo es un día que debe servirnos para recordar y recrear la lucha por
nuestros derechos y libertades, para que el resto del año logremos vivir libres
de violencia y en paz. Durante años hemos sido discriminadas, perseguidas,
violentadas y, por desgracia, desaparecidas, vendidas y asesinadas.
Los
esquemas del patriarcado opresor y las dinámicas del machismo siguen siendo una
realidad que nos menosprecia y pretende disminuir. La violencia contra nosotras
empieza en nuestro entorno más cercano, en la familia, desde que somos niñas y,
por ello, la normalizamos y aceptamos como lo que debe de ser: al final del
día, como lo que nos merecemos. Es la violencia estructural que trasciende
generaciones y se multiplica, pero muchas ya hemos hecho un alto en el camino y
hemos dicho ni una más, pero tampoco ni una menos.
No
olvidemos que, la demanda por el respeto a nuestros derechos constituye una
exigencia que empieza y termina por el primero de ellos: a no ser asesinadas.
La lucha por nuestra libertad representa, también, una lid por nuestra libre
determinación que inicia por nuestro primer y último territorio: nuestro
cuerpo.
Deberíamos
inspirar menos miedo y horror, este día nos manifestamos, marchamos y alzamos
la voz por las que son desaparecidas, violentadas, invisibilizadas y
asesinadas. Nuestra causa es tan legítima y justa como urgente y respetable.
Las niñas, adolescentes, adultas y adultas mayores, merecemos una vida y un
entorno libres de todas las formas de violencia. Somos mayoría y tenemos que
dejar de ser vulnerables.
Transformar
auténticamente la vida pública del país debe significar, por principio, generar
la legislación y las políticas públicas que nos permitan equilibrar nuestra
vida profesional con la personal y familiar, así como procurar espacios de
convivencia saludable, pacífica y solidaria para nosotras y nuestros hijos. La
violencia contra las mujeres que encuentra en el feminicidio su expresión más
acabada y despreciable, la sufrimos todas; no puede ni debe existir una sola
víctima de todo.
El
ocho de marzo es por todas. La cuarta transformación será feminista o no será.
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