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Las mujeres tenemos derecho a ser felices


 

Por: Nadia Maciel Paulino / Defensora de Derechos Humanos

A mis 41 años, tras caminar las veredas, los verdes cerros y los ríos de la región Montaña y Costa Chica de Guerrero, las niñas y las mujeres indígenas y afromexicanas me han dado una lección: es importante dejar de hablar solo de las violencias que vivimos para también expresar lo que queremos para nosotras; me han enseñado que necesitamos empezar a hablar desde la fortaleza y la felicidad.

Las mujeres y las niñas de las que hablo han expresado de diferentes maneras que nosotras tenemos derecho a ser felices. Durante los talleres que doy como parte de mi trabajo como defensora de Derechos Humanos, ellas han hecho referencia a la felicidad como un derecho, un derecho que resume la ausencia de todas las violencias en contra de ellas, un derecho que está presente en nuestras vidas.

Es tiempo de hablar en positivo para cambiar la mirada de las sociedades, de los pueblos y de las comunidades. Es momento de, además de hablar de las violencias que se ejercen en nuestra contra, hablar de la resiliencia, del derecho a ser dueñas de nuestros propios cuerpos, de poder decidir con quien compartir nuestras vidas y nuestra sexualidad. Es momento de poder decir si quiero compartir mi vida con alguien y bajo qué términos quiero hacerlo o si prefiero estar sola. Es momento de que las mujeres vivamos donde nadie nos cuestione si no queremos parir o, por el contrario, si nuestro deseo es ser madres, es momento de que podamos hacerlo desde el disfrute y no desde el deber ser.

A muchas mujeres se nos niega el derecho a ser felices cuando se nos impide la convivencia con otras mujeres o con otros hombres, sobre todo en nuestros territorios. Desde el feminismo comunitario pensamos que las mujeres y los hombres somos dualidad. Nosotras tenemos derecho a reunirnos para acuerparnos y es importante caminar juntas y juntos.

Las mujeres y las niñas tenemos derecho a hacer lo que nos gusta, lo que nos hace sentir plenas. Tenemos el derecho a reconocer que no somos máquinas, que también sentimos y pensamos y que podemos estar para nosotras mismas, amarnos y respetarnos. A nosotras las mujeres no nos hablan del placer y el disfrute. El placer es un derecho que está explícito en los escritos pero que aún necesitamos reivindicarlo y sentirlo en todo momento. Nosotras podemos disfrutar de una buena compañía, de estar solas, comer lo que más nos gusta, descansar, dormir, escuchar música, bailar, viajar o cualquier cosa que nos haga sentir plenas y felices. Nosotras las mujeres y las niñas somos diversas y multifacéticas, nosotras podemos cambiar nuestras realidades.

A las mujeres se nos ha negado el placer, hoy las invito a un acto de rebeldía, a que empecemos a sentir el placer por el simple hecho de existir y de disfrutar de nuestra esencia. Es tiempo de incorporar el placer en nuestras vidas y en cada cosa que hagamos. Porque las mujeres tenemos derecho a disfrutar, a sentir el placer por alguien o por algo, o simplemente sentir placer por nosotras mismas. Las mujeres tenemos derecho a ser libres y felices.

 


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