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En menos de diez años México podría enfrentarse al Día Cero


Acapulco, Guerrero., 22 de marzo de 2023. - La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), alertó que los humanos no han tomado consciencia de la crisis de agua que enfrenta el país, por lo que en un periodo menor a 10 años podríamos enfrentar el Día Cero.

Este 22 de marzo en el que se conmemora el Día Mundial del Agua y se busca crear conciencia sobre la crisis mundial del agua y el saneamiento, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) alertó sobre lo que podría ocurrir en México en caso de que este recurso se agotara.

De acuerdo con la Máxima Casa de Estudios, el agua podría terminarse en unos años en caso de que continúen los malos hábitos que, hasta la actualidad, mantienen millones de seres humanos alrededor del mundo.

México tiene una disponibilidad de 0.1 por ciento del total del agua dulce del planeta, y su distribución es desigual, por lo que gran parte del territorio del país está catalogado como zona semidesértica. En la clasificación mundial, México está considerado como un país con baja disponibilidad.

La UNAM subrayó que los ciudadanos no han tomado consciencia de la crisis de agua que enfrenta el país, por lo que en un periodo menor a 10 años podríamos enfrentar el Día Cero, momento en el que la sequía terminará con el suministro de agua, para dar paso al racionamiento de la misma.

Así, la población de país vera cómo será cada vez más frecuentes los cortes de agua y el reparto de esta a través de pipas, como ya ocurre en varios estados del país, por lo que la institución hizo un llamado a cambiar este desalentador futuro y cambiar hábitos de consumo, uso y desperdicio.

El consumo del agua en México, al igual que en la mayor parte del mundo, se divide en uso personal, de industria, y de agricultura

A nivel mundial, la industria utiliza 22 por ciento, contra 8 por ciento del consumo personal, y 70 por ciento de la agricultura, según datos de la ONU.

En México, según la Comisión Nacional del Agua, la agricultura utiliza entre 68 y 70 por ciento, la industria y las hidroeléctricas cerca de 14 por ciento, mientras que el uso doméstico es de alrededor de 10 por ciento.

La agricultura y ganadería son los sectores que más agua utilizan y los que más la desperdician. Según la Conagua, 57 por ciento del total utilizado, se desperdicia principalmente por infraestructuras de riego ineficiente que se encuentra en mal estado, es obsoleta o tiene fugas.

Y aunque el agua pluvial que cae en la Ciudad de México podría ser una opción para ayudar a satisfacer la demanda del líquido, no hay actualmente tecnología suficiente para captar, almacenar y aprovecharla.

Datos de la Comisión Nacional del Agua, y la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), cada año caen en México cerca de 711 mm de lluvia por año, lo que se traduce a un billón 489 millones de metros cúbicos.

En otros lugares del país, cerca de 20 por ciento del agua de lluvia llega a ríos y arroyos, 73 por ciento se evapotranspira y regresa a la atmósfera, mientras que el porcentaje que se filtra a los mantos es muy poco, aproximadamente 6 por ciento.

Además, en las redes de distribución de agua hacia el Valle de México, se desperdician cerca de 35 por ciento por fugas en las tuberías.

Así, en este Día Mundial del Agua, la UNAM llamó a reducir la huella hídrica y comenzar evitando el desperdicio de agua potable en actividades que realizamos todos los días, como cepillarse los dientes sin cerrar el grifo, tomar demasiado tiempo en la regadera o lavar el automóvil con una manguera son algunos de los ejemplos más comunes.

Sin duda, son fuentes de desperdicio constantes y preocupantes a nivel mundial, mas no son las únicas que se ven reflejadas en nuestra huella hídrica.

El Foro Económico Mundial estima que más de 800 personas alrededor del mundo no tienen acceso a fuentes seguras de agua y estimó que para el 2030, la demanda crecerá en un 40 por ciento y será imposible de cubrir.

Este cambio afectará gravemente la economía mundial, impactando de manera negativa en el precio de los alimentos y productos que consumimos.

Con información de Excelsior y Gaseta UNAM




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