Mi existencia, una huella imborrable
Por:
Mujer afromexicana en anonimato impuesto por la
violencia
Hoy
como el año pasado volveré a escribir bajo el anonimato, porque desafortunadamente,
aunque estoy a miles de kilómetros de mi Sur, mi vida y la de mi familia sigue
en riesgo.
Y
aunque me gustaría escribir una historia que pudiera dar fortaleza a otras
mujeres que están en situación de violencia, hoy simplemente mi estado de ánimo
no me deja y hoy me doy la libertad de estar triste, de sentir este dolor que
de pronto me asfixia, incluso podría darme la libertad de llorar para que pueda
respirar, pero esto último aún no me decido, lo sigo pensando; yo, que este año decidí ser feliz ante la
adversidad, de sonreír cada día al despertar, de iluminar mi vida con mi propia
sonrisa, de vestirme de dignidad y amor propio e incluso de abrazar
amorosamente mi soledad, hoy simplemente no me siento capaz, siento que mi
energía me abandona y mi fuego interno se extingue y es que justo ahora me
encuentro en un proceso legal como el resto de mi familia que estamos lejos de
nuestro hogar, lejos de la tierra que nos vio nacer y crecer, solo que incluso
en los procesos de cualquier tipo a mí me ha tocado cargar con más
responsabilidades que los o las demás; así, mientras unos tienen al menos
tiempo de descansar y dormir bien, yo tengo que escribir, contactar a personas
vía correo, vía telefónica, vía mensaje de WhatsApp, me siento esclava de las
aplicaciones tecnológicas, de los dispositivos móviles y de las pantallas; y es
que las redacciones en este caso están llenas de una gran carga emocional para
mí, no sé si a los demás les pase como a mí y es que ellos no tienen que leer o
escribir las líneas que yo sí.
Yo
soy la mujer que tiene que hacer muchas cosas más que los y las demás, que,
porque yo sé redactar, que porque yo conozco a la persona, que porque solo yo sé
dónde tengo mi información y porque, solo yo soy quien puede resolver mis cosas
porque nadie más lo puede hacer por mí.
Pero en muchos otros momentos yo si he podido resolver mucho para los y
las demás en diversas circunstancias, aunque fueran difíciles, yo hacía y
siempre estaba allí; ¡ah si! ya recuerdo, es que mi mamá y mi papá me delegaron
muchas responsabilidades aun siendo una niña, también en mi adolescencia, y no
se diga en mi hermosa juventud, debido a eso recuerdo perfectamente cuando alguna vez me dijeron “te estamos preparando
para la vida”, y yo contesté, si, y lo agradezco, estoy aprendiendo, pero no
soy la única que tiene que prepararse para la vida, hay más además de mí… yo
aprendí y sigo aprendiendo, y recordar esto a veces es satisfactorio, a veces
es abrumador y otras más es incluso doloroso para mí, porque fui yo quien cargo
con responsabilidades que no me correspondían a mí, a favor solo diré que
efectivamente hoy en día no hace falta que alguien resuelva por mí.
El
que sepa resolver mis asuntos y de paso el de los demás, no significa que no me
canse o que no tenga otras cosas que quiera hacer para mí, por supuesto que se
agotan mis energías, y que necesito tiempo para otras cosas para mí y hoy tengo
que estar aquí pegada a una pantalla como cada día de los días pasados para
resolver lo que al parecer todos los demás no pueden, es sumamente agotador; y hoy como otras veces me siento sola,
abandonada, desprotegida, aunque sé que las mujeres que son mi red de apoyo
están para cuando yo las necesite y eso al menos me reconforta, pero por hoy
necesito más que eso a la distancia.
Soy
la voz de todas las demás voces, soy quien después de escribir toda nuestra
historia, sigue leyendo, preparándose, recordando una y otra vez esos momentos
tan dramáticos que he querido enterrar ya; nadie lo sabe, pero hoy, justo en este momento, me siento
devastada, y ya no sé de dónde tomar fuerzas para continuar e inevitablemente
tengo que volver a recordar y al mismo tiempo volver a vivir lo que pasé con el
secuestro y asesinato de mi papá, y lo nombro sí de manera cruda y cruel porque
así es mi realidad y volver a recordarlo y volver a vivirlo es el precio que yo
estoy pagando por necesidad para tener una oportunidad de conseguir protección
y seguridad real, algo que muchos funcionarios y funcionarias solo dicen de
palabra pero que los hechos y las acciones distan mucho de lo que pregonan con
tanta vehemencia y con falsa sinceridad.
Justo
ahora me siento como en los días en que estaba llamando, escribiendo,
contactando a las personas que conozco para buscar a mi papá y también me
siento como cuando estuve pidiendo que sacaran a las familias de la zona de
peligro y garantizaran su seguridad. Esa sensación de vacío y esa sensación de
no saber dónde estaba mi papá, de no saber si lo encontraríamos o no, vuelve a
mí una y otra vez; después de su asesinato y su sepelio, tengo esa misma
sensación que me invadía con el caer de la tarde de no saber si podrían salir
de la zona de peligro, si lograrían llegar hasta donde yo estaba esperándolos,
si lograríamos salir del Estado, si lograríamos estar a salvo, es una sensación
que volvió a aparecer al estar leyendo y escribiendo los detalles de los hechos.
Hoy tengo esa sensación extraña al pensar ¿nos darán refugio y protección ante
el peligro inminente? ¿o nos devolverán a las fauces del peligro que sigue
latente?
¿Saben?
La carga física y emocional sobre las mujeres siempre sigue estando allí, aun
cuando se está en situación de desplazamiento forzado, casi siempre las mujeres
seguimos cargando con todo, a mí me ha tocado hacer cosas por los demás y a veces eso es mucha responsabilidad para mí,
cuando yo solo quiero responder solo por mí y quiérase o no es una carga
emocional pesada con la que a veces yo ya no puedo más, pero que en este
momento siendo realista, difícilmente puedo soltar, porque si la suelto, todos
caerán incluida yo; pero justo ahora me siento muy agotada físicamente, sé que
por autocuidado necesito tomarme un descanso pero no puedo, necesito terminar
los pendientes...y desafortunadamente el tiempo no se detiene y tenemos el
límite de este a la vuelta de la esquina.
Aunque
para ser sincera, hoy, otra vez he perdido la noción del tiempo, mi cerebro ya no
está funcionando bien ahora, tengo muchas ganas de llorar y me estoy
reprimiendo el llanto porque me conozco y sé que, si empiezo a llorar, no
pararé de llorar y entonces tendré que parar de escribir, esto mientras algunos
descansan plácidamente en su habitación porque sencillamente no pueden hacer lo
que estoy haciendo yo.
Cuando
mi papá fue secuestrado, si, tengo que decirlo así, secuestrado, aunque las
autoridades de mi estado dicen que si alguien se lleva a una persona (contra su
voluntad obviamente) y no te piden un rescate o no te piden dinero por esa
persona, entonces no es un secuestro, qué raro ¿no? Entonces ¿cuál es el delito
en este caso? Cuando la persona es privada de su libertad por la fuerza, ¿Cuál
es el nombre del delito de tantas niñas, adolescentes y mujeres que están
siendo desaparecidas? No lo sé, yo no soy la experta en este tema y algún
funcionario me dijo lo que no es, pero no me dijo cuál era el delito entonces; solo
recuerdo que mientras no encontrábamos a mi papa, yo no comía y no dormía lo
suficiente, en realidad yo no recuerdo si lo hacía, me olvidé incluso de
atender a mi propio hijo de 9 años; yo solo estaba enfocada en buscar a mi
padre de todas las maneras posibles y en todos los medios posibles y me perdí completamente buscándolo; y así me
siento hoy, como en ese entonces, como en un bucle de tiempo que se repite una
y otra y otra vez y este bucle lo siento cada vez que me entero de que siguen
desapareciendo a nuestras niñas, adolescentes y mujeres de todas las edades o
cuando me entero que has sido asesinadas.
Mi
vista se ha cansado, los dedos me duelen por otros escritos que he estado
haciendo, mis hombros sienten una pesada carga y mi cuerpo está agotado.
En
este momento simplemente quiero acostarme, cerrar mis ojos y poder conciliar el
sueño que he perdido todas estas noches de insomnio, quiero cerrar mis ojos,
dormir y que nada perturbe mi calma y mi sueño, pero justo en este momento es
imposible, el tiempo sigue su carrera, algunos pendientes están en el semáforo
rojo, mis dedos siguen tecleando, el frio también los lastima mientras los
rayos del sol se reflejan en la nieve que
atraviesan un doble cristal y vienen a dar justo en mis ojos; a través de la ventana puedo ver la nieve y su blancura que hoy
invita a deslizarse sobre ella, pero como aún hay pendientes que tienen que ver
conmigo y con los demás, y al parecer yo soy la única que los puede hacer.
Lo
más que puedo hacer respecto a la nieve es pararme en mi habitación y mirarla a
través de la ventana mientras respiro profundo y sueño despierta con un mundo
diferente para todas las mujeres que como yo solo respiramos independencia y
libertad aun en el anonimato, aun en desplazamiento forzado, aun en la clandestinidad.
Aquí
y ahora, aunque esté es un gélido lugar, puedo sentir la calidez sincera y la
calidad humana de las personas que he ido conociendo de a poco y que hemos ido
haciendo comunidad; aquí y ahora no batallo con la inseguridad, ni con el miedo
de ser acosada, amenazada, secuestrada, desaparecida o asesinada, hoy puedo al
menos caminar con tranquilidad; hoy, intento mantener mis pensamientos en calma
pero ésta me abandona mientras crece una maraña de preocupaciones, angustias
combinadas con un poco de frustración y estrés y aun así, hoy, yo como el
tiempo, tampoco me detengo.
Aunque
hoy el día es soleado y la temperatura es muy baja, puedo respirar, incluso de
vez en cuando dejar las huellas de mis pasos sobre la nieve, aunque cuando el
sol se asoma y sus rayos la acarician, las
huellas de mi paso en la nieve desaparecen cuando ésta se convierte en
agua y se escurre por la acera, desapareciendo la prueba de que yo caminé por
allí, pero hoy también les comparto parte de mi historia escrita aquí, porque cada
línea que escribo aquí y ahora es una huella imborrable de mi propia existencia
y mi propia resiliencia.
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