No quebrarte nunca ante los embates de un hombre y sus bestias
Por: Flor Esmeralda Alcocer / Licenciada en sociología de la
comunicación y educación
Vuela
alto e inmensa Aurora,
que
tus alas boscosas hinchen
el vasto
mar de tu vientre,
y que
ningún hombre impío
te
haga caer a los acantilados de espumas.
Cubre
con tus manos la miel lunera
para
que con ella sanes la negrura
noche de tus pechos.
Ve
Aurora, levántate de las cenizas de la urbe, teje los sueños que una o varias
veces
de un
solo tajo te sucumbieron.
Que la
sangre matinal sea tu estandarte
y el
azul de tus venas tus armas;
tu
largo pelo la fuerza de mil soles,
tus
caderas el coraje de tus horizontes
y de
no quebrarte nunca ante los embates
de un
hombre y sus bestias.
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